lunes, 8 de septiembre de 2008

QUEREMOS VIVIR PARA LA FELICIDAD Y NO PARA LA MISERIA AJENA


La vida sólo es importante cuando se ama y cuando se lucha. Para nosotros, los comunistas, quienes vemos con suficiente claridad el proceso de ataques emprendidos por parte de los opositores interesados en los procesos de fascistización, que se da en la etapa de luchas para consolidar la plataforma popular orgasnizada para consolidar la vía hacia el socialismo del gobierno democraticamente elegido del comandante presidente Hugo Chávez, vía hacia el socialismo, a la que se han opuesto la oligarquía vernácuñla, y capas de la de la pequeña burguesía nacional y aristócratas obreros nos permite analizar las enseñanzas dejadas por los acontecimientos del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile, la cual destrozó fulminantemente una serie de mitologías de la historia política de ese país.
Entre otras cosas, se puso fin a la supuesta tradición democrática del sistema político chileno y, junto a ello, estalló en mil pedazos el mito que decía que Chile contaba con unas fuerzas armadas respetuosas del orden constitucional y prescindentes de la política contingente. Desde ese mismo día once, con el simbólico bombardeo de la casa de los Presidentes de Chile, las fuerzas armadas dejaron en claro que Chile no había escapado de la oleada autoritaria que azotaba a América Latina, y que se instauraba una dictadura militar al igual como había pasado antes en Brasil, Argentina, Uruguay y Bolivia.
El movimiento popular y los partidos de izquierda, que mayoritariamente los representaban, jamás imaginaron que el sueño de la "Vía chilena al socialismo" terminaría en el exterminio masivo de sus militantes y simpatizantes. Con el 11, se abrió una de las páginas más oscuras y siniestras de la historia de Chile: la instauración del terrorismo de estado, que se tradujo en que un sector de la población pasó a ser un enemigo, en el sentido militar del término, que había que aniquilar de cualquier manera.
La izquierda tardó varios años en reaccionar frente a estas tecnologías del exterminio, lo que se manifestó en la muerte de muchos de sus cuadros políticos; la inmolación de cuadros del PC y del MIR y otros sectores populares en los setenta y recién a partir de los años ochenta hubo una respuesta militar frente a la represión de la dictadura.

El Plan Condor, un sistema para secuestrar, torturar y eliminar físicamente a cualquier persona por sus ideas o tendencias políticas, que funcionó en América Latina, sobre todo en época de las dictaduras de Pinochet en Chile y Videla en Argentina, bajo auspicio de los EEUU sigue vigente hoy bajo otra forma y modalidad. Estas redes mundiales de represión trabajan a escala internacional y son capaces de actuar y secuestrar a cualquier persona y violar cualquier soberanía, incluso bajo régimen democrático. Cuentan con la complicidad de ciertas esferas estatales en el país donde intervienen. El caso chileno es una muestra, como otros de América Latina y otros continentes.

Es buerno recordar unas palabras sobre lo que debe ser la humanidad, provenientes del grande y genial artista progresista, símbolo de la libertad en el mundo en el Siglo XX, Charles Chaplin quien en una de sus películas dejó estampadas estas palabras:
“Lo siento, pero no quiero ser emperador. Eso no me va. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo, si fuera posible: a judíos y gentiles; a negros y blancos. Todos queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos son así. Queremos vivir para la felicidad y no para la miseria ajena. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos."

Charles Chaplin, El Gran Dictador (1940).

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